Con la llegada de septiembre los viñedos se llenan de manos, de cestas y de aromas dulces. La vendimia no es solo el momento de recoger la uva, es también la celebración de un ciclo que se repite desde tiempos prerromanos y que ha acompañado a las comunidades a lo largo de milenios. Pero más allá de la tradición y del vino que todos conocemos, la viticultura guarda un valor enorme desde el punto de vista ambiental, social y económico.
La vid es una planta sorprendente. Su carácter leñoso y perenne le permite almacenar carbono año tras año, contribuyendo de manera silenciosa a mitigar el cambio climático. Allí donde se plantan, los viñedos protegen el suelo de la erosión y facilitan que el agua de lluvia se filtre con calma en lugar de arrastrar la tierra fértil. Cuando se cultivan con respeto (dejando crecer cubiertas vegetales, manteniendo setos o evitando productos químicos agresivos) los viñedos se transforman en refugios de biodiversidad. Además, la vid es una especie perfectamente adaptada al clima mediterráneo: su resistencia a la sequía y su bajo consumo de agua la convierten en un cultivo especialmente sostenible en un contexto de crisis hídrica.
Más allá de lo ambiental, la viticultura es también cultura. Desde los pueblos íberos y fenicios hasta la expansión romana, el vino ha sido símbolo de fertilidad, de celebración y de hospitalidad. Cada vendimia es una fiesta que combina esfuerzo y alegría, un patrimonio inmaterial transmitido de generación en generación que forma parte de la identidad de muchas regiones.
En el plano económico, el viñedo es motor de vida rural. España es una de las grandes potencias vitivinícolas y miles de familias dependen de esta actividad. Hoy, además, el enoturismo sostenible ofrece nuevas oportunidades: pasear entre viñedos, conocer bodegas ecológicas, degustar vinos junto a la gastronomía local… Experiencias que atraen visitantes de manera respetuosa con el territorio. Al mismo tiempo, la innovación en vinos ecológicos y de bajo impacto ambiental abre camino en mercados internacionales cada vez más atentos a la sostenibilidad.
Pero la viticultura también tiene un rostro social. La vendimia une a familias y vecinos, refuerza la cohesión comunitaria y, en muchos pueblos, representa una herramienta clave para luchar contra la despoblación. En torno al vino se generan espacios de encuentro y diálogo, porque más allá de la bebida, lo que se celebra es la mesa compartida, la conversación y la vida en común.
En definitiva, la viticultura es mucho más que un cultivo: es paisaje, identidad, economía y un aliado para el medio ambiente. En esta vendimia celebremos no solo la cosecha, sino también la certeza de que, cuando se trabaja con respeto a la tierra, el viñedo se convierte en una apuesta de futuro sostenible.
Os deejo un enlace a un documental completo de la vendimia titulado “La vendimia: Una historia de 13 viñas!
https://www.youtube.com/watch?v=W1CWKLx5Qbs&t=601s
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