La independencia energética en España, todas las claves.

España y el futuro energético: cómo lograr la independencia con un mix renovable y sostenible

España, como muchos países europeos, enfrenta un desafío doble: lograr la independencia energética y, al mismo tiempo, reducir drásticamente sus emisiones de gases de efecto invernadero. Para alcanzar este objetivo es imprescindible sustituir progresivamente las fuentes más contaminantes (centrales térmicas de carbón y de gas natural) por un mix energético renovable, sostenible, limpio, diverso y bien gestionado.

Nuestro país, por sus condiciones geográficas, climáticas y de biodiversidad, dispone de un potencial energético limpio excepcional, que si se desarrolla adecuadamente puede convertirnos no solo en autosuficientes, sino incluso en exportadores de energía verde.

¿Por qué es urgente sustituir las centrales térmicas?

Las centrales térmicas de carbón y gas natural han sido históricamente una parte importante de la producción eléctrica en España. Sin embargo, estas instalaciones emiten grandes cantidades de CO₂, además de óxidos de nitrógeno, azufre y partículas contaminantes. Según el Ministerio para la Transición Ecológica, el 60% de las emisiones del sector eléctrico en España en 2022 provinieron de estas centrales.

La buena noticia es que la mayoría de las centrales de carbón ya han sido cerradas o están en proceso de clausura. Ahora el objetivo es reducir progresivamente el uso del gas fósil, que aún se mantiene como respaldo. Para ello, debemos reemplazar estas fuentes contaminantes por renovables estables, diversificadas y gestionables. Si queremos conseguir la independencia energética en España no sólo hay que clausurar estas centrales sino que hay que SUSTITUIRLAS por otro tipo de energías más limpias y respetuosas con el medio.

Energías renovables: el verdadero motor del futuro clave para alcanzar la independencia energética en España.

Energía hidráulica: el pulmón verde del sistema eléctrico

La energía hidráulica no solo genera electricidad de forma limpia, sino que tiene un papel estratégico como tecnología de respaldo, gracias a su capacidad de almacenamiento y regulación. España cuenta con una potencia instalada de más de 17 GW, y en años húmedos puede cubrir hasta el 15-17% del consumo eléctrico.

El reto está en modernizar las infraestructuras y aprovechar minicentrales y presas ya existentes sin construir nuevos embalses, en línea con los criterios de sostenibilidad ecológica. También hay potencial para desarrollar bombas reversibles (bombeo hidráulico), que almacenan energía sobrante en horas de baja demanda.

Energía fotovoltaica: el oro solar del sur de Europa

España es un gigante dormido del sol. Con una irradiación media anual superior a 1.600 kWh/m² en buena parte del territorio, el potencial técnico es de más de 1.500 GW (según datos del Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía, IDAE). En 2023, ya alcanzamos casi 25 GW de potencia instalada y se prevé duplicarla para 2030.

La fotovoltaica puede reemplazar una gran parte de la producción de gas durante el día, especialmente si se acompaña de sistemas de almacenamiento (baterías a gran escala y autoconsumo con almacenamiento doméstico). Además, su instalación distribuida reduce pérdidas de transporte y fortalece la red.

Energía eólica: motor limpio del norte y del interior

Con vientos constantes y amplias zonas de meseta, España se sitúa como el segundo país europeo en producción eólica, tras Alemania. Tenemos más de 30 GW instalados y un potencial técnico estimado en más de 300 GW en eólica terrestre y otros 100 GW en eólica marina flotante.

La eólica ya aporta el 23% de la electricidad, y su expansión puede contribuir a eliminar el uso de gas en horas nocturnas y estacionales, cuando la solar no produce. El desarrollo de parques offshore en Galicia, Canarias y el mar de Alborán es clave para el futuro.

Energía mareomotriz y undimotriz: el poder del océano

Aunque aún incipiente, la energía del mar tiene gran futuro en un país con más de 8.000 km de costa. En Galicia y el País Vasco ya se experimenta con turbinas que aprovechan el movimiento de las olas y las mareas.

La Agencia Internacional de Energías Renovables (IRENA) estima que España podría alcanzar una capacidad de 2-3 GW en energía marina si se desarrollan políticas e infraestructuras adecuadas. Estas fuentes tienen la ventaja de su previsibilidad y complementariedad con la solar y la eólica.

Biomasa: energía renovable con beneficio forestal

España genera cada año millones de toneladas de residuos forestales y agrícolas, una gran parte de los cuales no se aprovecha. La biomasa forestal, si se gestiona correctamente, es una fuente renovable, neutra en carbono y especialmente útil en zonas rurales.

Además, el uso de podas, desbroces y matorrales como combustible evita la acumulación de material inflamable en los montes, reduciendo así el riesgo de incendios forestales, cada vez más intensos por el cambio climático.

Plantas de biomasa distribuidas, alimentadas con estos recursos locales, pueden sustituir térmicas de carbón o gas en territorios desconectados o con menos sol o viento.

Biogás y residuos urbanos: cerrar el círculo

La fracción orgánica de los residuos (restos de comida, papel sucio, podas de jardines urbanos) puede convertirse en biogás a través de digestión anaerobia. Este biogás se puede usar para generar electricidad o refinarse a biometano, una alternativa renovable al gas fósil.

Según el IDAE, España podría generar más de 10.000 GWh de biogás al año, suficiente para abastecer a más de un millón de hogares. Pero para ello es clave una buena separación de residuos en origen, especialmente en los hogares (contenedor marrón), así como una red eficiente de plantas de tratamiento.

Energía nuclear: mantenerla como respaldo estratégico

Tradicionalmente, esta fuente ha sido rechazada por buena parte del movimiento ambientalista debido a los riesgos que entraña (accidentes, residuos radiactivos, dependencia tecnológica). Y sin embargo, en el contexto actual de emergencia climática, transición energética y necesidad de garantizar un suministro estable y libre de emisiones, su papel merece ser replanteado con serenidad y honestidad. Desde luego si queremos alcanzar la independencia energética en España es necesario aumentar la apuesta por este tipo de energía siempre desde el punto de vista conservacionista y garantista con el medio ambiente y la salud de las personas y los seres vivos.

¿Qué aporta la energía nuclear al sistema eléctrico?

A diferencia de las fuentes fósiles como el gas natural o el carbón, la energía nuclear no emite CO₂ ni otros gases de efecto invernadero durante su operación. Esta es una ventaja significativa en la lucha contra el cambio climático. Además:

  • Es una fuente firme y constante: a diferencia de la solar o la eólica, que dependen de las condiciones meteorológicas, la nuclear puede generar electricidad de forma ininterrumpida las 24 horas.

  • Estabiliza el sistema eléctrico: en momentos de baja producción renovable (días nublados, sin viento o con sequías prolongadas), su presencia evita que se recurra a fuentes fósiles.

  • Evita importar gas: en un país como España, dependiente del gas de terceros países, mantener energía propia y constante ayuda a reforzar la soberanía energética.

Actualmente, España cuenta con 7 reactores nucleares en funcionamiento, que generan aproximadamente el 20% de la electricidad consumida. Aunque no se trata de una energía renovable, sí es una energía baja en carbono, y esto la convierte en una herramienta útil mientras se consolida el sistema 100% renovable que todos deseamos.

¿Y los residuos nucleares?

Sin duda, el gran desafío ético y técnico de la energía nuclear son los residuos radiactivos que genera. Aunque el volumen total es pequeño en comparación con otras industrias, su alta peligrosidad y larga vida útil hacen imprescindible un sistema de gestión extremadamente riguroso.

España ya cuenta con sistemas de almacenamiento temporal y protocolos de vigilancia, pero todavía no se ha establecido un Almacén Geológico Profundo definitivo, lo que retrasa una solución estable a largo plazo.

Desde un punto de vista ecologista, es imprescindible que:

  • Los residuos sean gestionados con total transparencia, trazabilidad y participación ciudadana.

  • Se establezcan fechas y planes concretos de cierre de reactores, una vez se consoliden otras fuentes firmes (como el almacenamiento renovable y la hidráulica reversible).

  • Se invierta en formación y control público independiente para garantizar la seguridad.

Una decisión que requiere realismo y consenso

El debate nuclear no es solo técnico, es también ético y social. Pero en el marco de una transición energética urgente, justa y realista, muchas voces ecologistas han comenzado a replantear su postura: ¿es más coherente cerrar las nucleares y mantener el gas? ¿O mantenerlas unos años más mientras se despliegan soluciones limpias?

Desde una óptica ecologista responsable, la energía nuclear no debe ampliarse, pero sí puede mantenerse temporalmente como respaldo firme del sistema, evitando así quemar más combustibles fósiles y emitiendo menos CO₂.

La clave está en usarla como puente, no como destino, con un compromiso firme hacia un futuro 100% renovable, descentralizado y sostenible.

Un mix energético robusto para evitar apagones

La reciente interrupción del suministro eléctrico en la Península Ibérica (28 de abril de 2025) evidenció la necesidad de gestionar el mix energético con planificación, redundancia y tecnología. Un mix diversificado no significa dejarlo al azar, sino integrar cada fuente en función de su disponibilidad, estacionalidad y complementariedad. La independencia energética en España sería una oportunidad económica y de defensa para nuestro país.

Algunas claves para evitar desestabilizaciones:

  • Digitalización y automatización de las redes eléctricas (smart grids).

  • Instalación masiva de sistemas de almacenamiento energético (baterías, bombeo, biogás).

  • Interconexiones transnacionales seguras para momentos críticos.

  • Capacidad de reserva mediante tecnologías gestionables (hidráulica, biomasa, nuclear).

  • Inversión en modelos predictivos de consumo y producción para anticiparse a picos o fallos.

Un país con los recursos, el deber y la oportunidad. La independencia energética en España es el camino.

España tiene todo lo necesario para liderar la transición energética en Europa: abundancia de recursos renovables, una ciudadanía cada vez más concienciada y un contexto geoestratégico favorable. Sustituir el carbón y el gas por un mix limpio, firme y bien distribuido es un objetivo no solo deseable, sino necesario.

Con planificación, inversión y una visión de país, podemos alcanzar la independencia energética sin comprometer la sostenibilidad ni la estabilidad del sistema. Es el momento de actuar, desde las políticas públicas hasta el reciclaje en casa. Porque el futuro energético de España empieza hoy, y está en nuestras manos.

A continuación dejo un enlace donde explica como funciona en la actualidad el sistema energético español. https://www.larazon.es/economia/como-funciona-sistema-electrico-espanol-que-implicaciones-tiene-que-espana-sea-isla-energetica-caso-apagon_202504296810a496319ae75da4bb589f.html

Consulta nuestro blog donde tratamos muchos más temas de actualidad medioambiental: https://formacion.sogos.es/blog/

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